El año pasado, casi inadvertidamente, una nueva estación de distribución de Amazon trajo mucho estruendo de los camiones semirremolque y de las camionetas de reparto al vecindario Gage Park de Chicago.

El almacén está ubicado a 1,500 pies de 5 escuelas, en una zona residencial donde más de la mitad de las personas que viven en el radio de una milla son de bajos ingresos y casi el 90% son hispanos.

El vecindario es uno de los cientos que hay en los Estados Unidos donde la notable expansión reciente de Amazon generó enormes operaciones comerciales. Los residentes que viven cerca de los nuevos almacenes indican que sufren más contaminación del aire por los camiones y las camionetas, que las calles se volvieron más peligrosas para los niños que caminan o andan en bicicleta y otros problemas que afectan la calidad de vida, como congestión en el tránsito y ruido casi constante.

Al igual que Gage Park, la mayoría de estos vecindarios en todo el país albergan una mayor proporción de personas de color y de bajos ingresos que el vecindario típico de la misma área urbana, según una investigación de Consumer Reports.

José Méndez, que ha vivido en Gage Park durante 18 años, dice que su recorrido de las 5 de la mañana ahora implica batallar por conseguir un espacio en una calle residencial cercana. Su esposa ha llamado a Amazon para quejarse, pero los camiones siguen pasando, haciendo mucho ruido.

Uriel Estrada, un estudiante universitario que vive con su familia a pocas cuadras del almacén, dice que tener a Amazon en el vecindario no es del todo malo: los paquetes llegan mucho más rápido que antes. Aun así, afirma que el ruido y el tráfico son una distracción, particularmente por la tarde. “En mi casa, se puede sentir cómo tiembla por la cantidad de camiones que pasan”, dice él.

Para analizar la red de entrega a nivel nacional de Amazon, CR combinó la información disponible comercialmente sobre los almacenes de la compañía con datos de la Oficina del Censo y la Agencia de Protección Ambiental (EPA). (Lee más sobre nuestro analysis PDF). En colaboración con The Guardian, CR también visitó vecindarios cercanos a los almacenes de Amazon en Chicago y en el área de Los Ángeles. Estos son los principales hallazgos de la investigación:

●      Amazon abre la mayoría de sus almacenes en vecindarios con una cantidad desproporcionadamente alta de personas de color. A nivel nacional, hay más personas de color que viven a menos de una milla del 69% de los almacenes de Amazon que, en el vecindario promedio o típico, en sus áreas metropolitanas. Algunas de estas son comunidades donde otras instalaciones industriales ya preocupan a los residentes por la mala calidad del aire, y el exceso de tráfico y ruido.

●      Además, los vecindarios tienden a ser más pobres. El 57% de los almacenes de Amazon se sitúan en vecindarios con una mayor proporción de residentes de bajos ingresos que el promedio del área metropolitana en la que se encuentran.

●      Es todo lo contrario a lo que sucede con Whole Foods y otras tiendas minoristas de Amazon. Tienden a ubicarse en vecindarios de la ciudad más acomodados y de gente blanca, lejos de las comunidades donde Amazon administra sus almacenes.

●      Los operadores de los almacenes no se consideran responsables de la contaminación del aire de los camiones y camionetas que atraen, y las redes de control de la calidad del aire existentes están demasiado dispersas para captar las emisiones locales que pueden impactar la salud de los vecinos.

●      Los activistas comunitarios les están pidiendo a los funcionarios locales, estatales y federales que intervengan para regular la contaminación que genera el tránsito relacionado con los almacenes, o que consideren los peligros ambientales existentes en un área antes de permitir que se abran almacenes nuevos.

"Nuestras comunidades están siendo sacrificadas en nombre del desarrollo económico", dice José Acosta-Córdova de la Organización de Justicia Ambiental de Little Village en Chicago. El año pasado, Amazon abrió un almacén de 316,550 pies cuadrados en Gage Park, un vecindario con mayoría de hispanos en Chicago. Foto: Zbigniew Bzdak/The Guardian y Consumer Reports

Amazon opera muchas bodegas en zonas de uso industrial, donde los terrenos son baratos. Un legado de políticas discriminatorias en todos los niveles de gobierno hace que muchos de los habitantes de las inmediaciones sean negros o hispanos, afirman investigadores y activistas locales.

La investigación de CR muestra que en estas áreas suelen tener una mayor proporción de personas de color que el 70% o más de los barrios del área metropolitana circundante. Y los activistas locales a menudo se oponen a que las empresas abran nuevas instalaciones en comunidades donde la población ya está agobiada por los problemas medioambientales y de salud relacionados con décadas de un intenso desarrollo comercial e industrial.

“Cuando Amazon abre almacenes nuevos en comunidades de color, es posible que la empresa solo se esté expandiendo al lugar más sensato comercialmente hablando: terrenos económicos destinados para uso industrial”, menciona Quinta Warren, directora asociada de políticas de sustentabilidad de Consumer Reports. “Pero al tomar decisiones comerciales como estas, Amazon se está aprovechando de un legado nacional de políticas racistas que han mantenido a las ciudades de todo el país segregadas durante generaciones y han resultado en un impacto desproporcionado en la salud y el medio ambiente de las comunidades de color”.

Respirar las diminutas partículas de los gases de escape del diésel y la gasolina aumenta las posibilidades de que una persona padezca asma, desarrolle cáncer o sufra un ataque cardíaco, según han demostrado décadas de estudios. Los niños y los ancianos son particularmente vulnerables. Este tipo de contaminación también puede provocar nacimientos prematuros y abortos espontáneos.

“Nuestras comunidades están siendo sacrificadas en nombre del desarrollo económico”, dice José Acosta-Córdova de la Organización de Justicia Ambiental de Little Village en Chicago, uno de los varios grupos que han pedido a la ciudad que detenga las autorizaciones de almacenes nuevos hasta que haya un plan para distribuirlos de manera más uniforme.

Una expansión vertiginosa de Amazon

El COVID-19 ha sido bueno para la actividad de Amazon. Sus ventas mundiales superaron los $100 mil millones en cada uno de los últimos 4 trimestres fiscales, y superaron repetidamente un umbral que pocas empresas alcanzan.

Entretanto, la compañía puso en marcha una expansión masiva, según la base de datos de las instalaciones de Amazon que CR compró a MWPVL International, una consultora que ayuda a empresas grandes a planificar redes de almacenamiento y distribución.

Entre 2015 y 2019, Amazon abrió un promedio de 75 almacenes nuevos al año, que van desde los enormes almacenes que Amazon llama “centros logísticos” hasta las “estaciones de entrega” mucho más pequeñas que le permiten entregar paquetes a los clientes en días o incluso horas.

Pero en 2020, Amazon abrió casi 300 instalaciones nuevas, casi la misma cantidad que en los 4 años anteriores juntos. La rápida expansión continuó en 2021, aunque las cifras finales no están disponibles todavía.

El crecimiento está llevando los almacenes de Amazon a docenas de ciudades nuevas, desde Lubbock, Texas, hasta Sioux Falls, SD y desde San Bruno, Calif. hasta Ocala, Fla.

La presencia de los almacenes de Amazon puede provocar reacciones complejas en los vecinos. Se enfrentan al tráfico y la contaminación de camiones y camionetas, pero también pueden beneficiarse con la llegada de nuevos empleos, los ingresos fiscales de Amazon o las inversiones que la empresa realiza en las economías locales.

Amazon rechazó repetidas solicitudes de entrevistas y se negó a responder preguntas de CR. Sin embargo, en una declaración enviada por correo electrónico, la portavoz Maria Boschetti afirmó: “Amazon está comprometido a usar su dimensión para hacer el bien y a ser no solo un buen empleador, sino además un buen socio para la comunidad en los pueblos y las ciudades en las que operamos”.

Naturalmente, Amazon no es la única empresa con almacenes que generan tráfico y contaminación ambiental. Algunas de sus instalaciones más grandes están cerca de almacenes que pertenecen a otros grandes minoristas, entre ellos Walmart, Target y Costco, o gigantes de la logística como FedEx y UPS.

Pero la expansión de Amazon en la era del COVID eclipsa a sus competidores, afirma el presidente de MWPVL, Marc Wulfraat. Solo el año pasado, la empresa abrió más de dos tercios del espacio de almacenamiento que gestiona Walmart en total. Y las instalaciones de entrega de Amazon están pegados a vecindarios residenciales densos, y alimentan su implacable impulso de reducir el tiempo de espera entre el momento en que un cliente envía un pedido y el momento en que llega a su puerta. En su auge de 2020, Amazon abrió más de 115 almacenes a menos de una milla de donde viven al menos 5,000 personas, según el análisis de CR. Así es como los almacenes terminan estando ubicados cerca de parques infantiles y escuelas.

La empresa también ha estado abriendo locales minoristas a paso veloz, incluidas librerías y sus tiendas de comestibles Whole Foods. CR descubrió que es mucho más probable que las tiendas minoristas se encuentren en vecindarios más acomodados y de gente blanca que las instalaciones de entrega. En promedio, el 37% de las personas que viven cerca de las instalaciones minoristas de Amazon son personas de color, en comparación con aproximadamente la mitad de las que viven cerca de sus almacenes.

“Las comunidades que albergan instalaciones de entrega terminan siendo quienes pierden”, dice el Dr. Sacoby Wilson, director del Centro de Participación Comunitaria, Justicia Ambiental y Salud de la Universidad de Maryland, College Park, que trabajó con CR para analizar la ubicación de las instalaciones de Amazon. “Tienen más tráfico, contaminación ambiental, embotellamientos de tráfico y problemas de seguridad para los peatones, pero no reciben la parte justa de los beneficios que se adquieren por tener el comercio minorista cerca. Este patrón se puede tratar como una forma de racismo ambiental”.

Los investigadores afirman que los enormes almacenes que llegan a muchas comunidades tienden a empeorar los problemas existentes, desde el ruido hasta la contaminación ambiental local. “La gente puede recibir sus paquetes de Amazon y no piensan en las comunidades de color que se llevan la peor parte por tener el almacén en su patio trasero”, dice Ana Baptista, directora asociada de Tishman Environment and Design Center en The New School en New York.

'Empezaron a aparecer los camiones'

Hace unos 6 años, Brian Kolde y su esposa encontraron la casa de sus sueños en Fontana, una ciudad en Inland Empire, California, un área metropolitana en expansión de aproximadamente 4.6 millones al este de Los Ángeles. Es una casa de dos pisos de estuco rodeada de palmeras, en un vecindario amigable y con un parque cerca.

“Estábamos felices”, exclamó. “Pero luego llegó Amazon. Y empezaron a aparecer los camiones”.

Eso fue hace dos años, cuando se construyó el almacén de Amazon de 680,000 pies cuadrados a la vuelta de la esquina. Ahora, el hijo de Kolde que tiene 11 años, mantiene el televisor encendido toda la noche para ahogar el constante rugido de los motores en la calle. Kolde y su esposa dejan un aire acondicionado portátil encendido en su habitación por la misma razón. “Por un tiempo, estuvimos juntos como sardinas, todos en una sola cama, porque los niños se asustaban con el ruido”, explica. “Ahora se están acostumbrando un poco más”.

Un estudio sobre el tráfico del desarrollador del proyecto estimó que la bodega que ahora maneja Amazon y un almacén mucho más pequeño al lado generarían en conjunto casi 6,000 recorridos realizados por los vehículos por día, incluidos más de 2,300 viajes de camiones diésel.

Poco después de la apertura del almacén, Kolde comenzó a notar grietas en su casa. Los cortes irregulares en el estuco probablemente se debieron a las vibraciones de los camiones que pasaban a todas horas, según le dijeron los inspectores municipales.

 Y el dinero que Kolde ha invertido para solucionar el problema no ha ayudado. “Han sido cientos de dólares tirados a la basura”, sostuvo. Cuando termina de reparar una grieta, aparece otra.

"Lo más importante es la salud de mis hijos," dice Brian Kolde, cuya casa está a la vuelta de la esquina del almacén de Amazon en el área de Inland Empire en California. "Si se enferman, ¿por qué habría de vivir aquí?". Foto: Alex Welsh/The Guardian y Consumer Reports

Inland Empire está repleto de almacenes, y no solo de Amazon. La proximidad de la zona a los dos puertos marítimos más activos del país, en Los Ángeles y Long Beach, ha ayudado a consolidar su condición como capital logística de los Estados Unidos. De los cientos de almacenes de la zona, Amazon maneja alrededor de 3 docenas, según los datos de MWPVL, incluido un par de "centros aéreos" ubicados en aeropuertos cercanos, que envían aviones con la marca Amazon a todo el país.

Al igual que la subdivisión de Fontana donde viven los Kolde, la mayoría de las instalaciones de entrega de Amazon en Inland Empire se encuentran en vecindarios con una mayor proporción de residentes de color que el promedio en la zona, CR descubrió.

La alta concentración de almacenes de Inland Empire es una de las razones por la que el aire se encuentra constantemente entre los más contaminados en las estadísticas de la EPA.

A la hija de Kolde de 7 años le sangra la nariz al menos dos veces por semana y su hijo estornuda constantemente. Kolde afirma que a él mismo le ha comenzado a sangrar la nariz.

Kolde compró purificadores de aire para la casa y casi nunca abre las ventanas. “Es una gran casa, una buena comunidad, pero ¿por cuánto tiempo?” expone Kolde. “Lo más importante es la salud de mis hijos. Si se enferman, ¿por qué habría de vivir aquí?”.

Lagunas tamaño de camión

Está claro que el tránsito de camiones y camionetas contribuye a una serie de problemas de salud, pero no se sabe con certeza en qué medida un almacén específico contribuye a esos peligros, por dos razones principales.

Primero, nadie rastrea públicamente las emisiones cerca de los almacenes: ni la EPA, ni los gobiernos locales, ni el propio Amazon. Los reguladores ambientales monitorean la calidad del aire en todo el país, pero sus sensores están demasiado separados como para detectar puntos críticos locales. La enorme área de Chicago, por ejemplo, tiene solo 33 sensores aprobados por la EPA para detectar partículas pequeñas emitidas por vehículos, suficiente para saber si la ciudad está experimentando una disminución en la calidad del aire, pero no para determinar el motivo, ni si los habitantes de Gage Park están respirando niveles peligrosos de gases de escape.

“Los sistemas gubernamentales que tenemos en este momento no están haciendo lo suficiente para reflejar los niveles de exposición de las comunidades”, afirma Wilson, profesor de la Universidad de Maryland. “No hay suficientes monitores para obtener datos en tiempo real”.

La segunda razón es que los operadores de los almacenes no suelen necesitar permisos de emisiones que tengan en cuenta el tráfico de camiones, camionetas y automóviles que generan. Los almacenes se consideran “fuentes indirectas” de emisiones, que no están reguladas por la EPA ni por la mayoría de las jurisdicciones estatales y locales.

“Los almacenes entran en esta categoría realmente oscura de la normativa medioambiental porque no son instalaciones industriales tradicionales con una chimenea”, explica Baptista de The New School.

Ante la ausencia de datos completos sobre la calidad del aire local, las estadísticas de tráfico pueden dar una idea de cómo es vivir cerca de un almacén. Más de dos tercios de los almacenes de Amazon en todo el país se encuentran en áreas que obtienen puntajes más altos en una escala de proximidad del tráfico de la EPA que la mayoría de los otros vecindarios en las áreas urbanas circundantes, según descubrió CR. El puntaje de proximidad del tráfico, que se basa en datos de 2017, estima el número promedio de vehículos que pasan a menos de 500 metros de un lugar todos los días, lo que le da más peso al tráfico más cercano.

Amazon ha abierto cientos de almacenes en los años transcurridos desde que se recopilaron estos datos, lo que probablemente haya provocado un aumento de los viajes de vehículos en áreas que ya estaban cargadas con tráfico intenso.

Las investigaciones muestran que la exposición al tráfico es un peligro importante para la salud – particularmente en áreas urbanas con congestión.  Los autos y camiones emiten grandes cantidades de dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y partículas.

Un análisis de cientos de estudios de 2010 del Health Effects Institute descubrió que la proximidad al tráfico empeora el asma en los niños y puede perjudicar la función pulmonar, provocar otros síntomas respiratorios y causar enfermedades cardíacas y la muerte.

Estos peligros son particularmente graves en Inland Empire y Los Ángeles. Las personas que viven a menos de media milla de los grandes almacenes de esas zonas tienen mayores índices de asma y de ataques cardíacos que el resto de la región, según descubrió el organismo regulador de la calidad del aire local.

Pronto, una nueva norma de esa agencia, del Distrito de Gestión de la Calidad del Aire de la Costa Sur de California, que supervisa la calidad del aire en el área de Los Ángeles y de Inland Empire, aportará una mejor contabilidad de la contaminación relacionada con los almacenes. Los expertos dicen que podría ser un modelo para los gobiernos que quieren tomarse en serio la reducción de las emisiones del tráfico por los almacenes.

La norma exigirá que las empresas que dirigen almacenes de 100,000 pies cuadrados o más, como lo son la mayoría de los almacenes de Amazon, presenten recuentos de camiones que ingresan y que salen de sus instalaciones y que elijan de un menú de opciones cómo reducir los efectos de sus emisiones.

Las empresas pueden hacer cosas como electrificar sus flotas de vehículos, instalar paneles solares y proporcionar filtros de aire para hogares y escuelas cercanas. O bien, pueden optar por pagar una tarifa para incentivar la electrificación de camiones. La norma comienza a regir en 2022 para las instalaciones más grandes del área y se incorporará gradualmente para más almacenes en los próximos años.

Los grupos ambientalistas ya están presionando al gobierno federal para que implemente normas similares. En octubre, una coalición de grupos de defensa llamada Moving Forward Network envió una carta a la EPA (PDF) en la que solicita que les exija a las empresas de logística que desplieguen flotas con cero emisiones y que regule los almacenes que atraen camiones y camionetas que generan contaminación.

Mientras tanto, algunas organizaciones están tratando de llenar los vacíos en torno a los datos sobre calidad del aire. Investigadores de la Universidad de California, Riverside y organizaciones locales sin fines de lucro de Inland Empire están midiendo en conjunto la exposición de los residentes a la contaminación relacionada con el tráfico mediante monitores de calidad del aire que se pueden sujetar a la ropa. Y en Chicago, las organizaciones de investigación y defensa instalaron más de 100 monitores de calidad del aire para medir la calidad del aire local, con un enfoque en áreas con antecedentes de problemas ambientales. Ambos proyectos aún se encuentran en la etapa de recopilación de datos.

Las promesas de Amazon - y la disidencia interna

Amazon, por su parte, se ha comprometido a emplear 100,000 camionetas de cero emisiones para 2030, algunas de las cuales ya están en funcionamiento. Amazon dijo en su informe de sustentabilidad de 2020 que entregó más de 20 millones de paquetes con vehículos eléctricos en América del Norte y Europa ese año. (En comparación, Amazon envió más de 4 mil millones de paquetes en los Estados Unidos en 2020, según un análisis de Pitney Bowes, empresa de logística).

Boschetti, portavoz de Amazon, detalló en la declaración que envió por correo electrónico que la empresa está eligiendo dónde utilizar sus camionetas eléctricas en parte considerando la "proximidad de un almacén a comunidades desfavorecidas desde el punto de vista medioambiental que se beneficiarían de nuestros vehículos de reparto eléctricos en su comunidad". Ella afirma que algunas camionetas eléctricas ya están entregando paquetes en al menos una docena de ciudades importantes en todo el país, entre ellas Los Ángeles y Chicago.

Para algunos expertos y defensores del medio ambiente, electrificar camionetas es un comienzo prometedor... pero no es suficiente.

“Este compromiso no aborda ninguna de las repercusiones que causan los camiones pesados que atraviesan las comunidades a diario para entregar productos a los almacenes de Amazon”, exclama Mary Greene, asesora principal de políticas del equipo de políticas de sustentabilidad de CR. “Como una de las empresas más grandes del mundo, Amazon tiene la capacidad de reducir su impacto negativo mediante el compromiso de electrificar todos sus vehículos pesados para el transporte de mercancías, así como todas sus camionetas de reparto”.

El año pasado, Amazon encargó 10 camiones a batería para el transporte de mercancías a un fabricante canadiense, pero no se ha comprometido públicamente a electrificar más vehículos de su flota de camiones pesados.

En un “compromiso climático”, Amazon también ha prometido lograr cero emisiones netas de carbono para 2040 en toda su enorme operación, lo cual también incluye centros de datos que consumen mucha energía y que admiten almacenamiento en la nube.

Amazon ha abierto cientos de almacenes en áreas urbanas como el vecindario de McKinley Park en Chicago. Eso puede agregar tráfico de camiones y emisiones dañinas de diesel a las áreas que tienen mala calidad del aire. Foto: Zbigniew Bzdak/The Guardian y Consumer Reports

La empresa manifiesta que su prioridad es eliminar las fuentes de emisiones de carbono, pero remediará las emisiones restantes con compensaciones de emisiones de carbono, como el pago de la restauración forestal en el extranjero. Entonces, incluso si Amazon logra cero emisiones netas de carbono para reducir su contribución al cambio climático, los vecinos de los almacenes aún podrían respirar el humo de los camiones y camionetas que pasan cerca.

Además de la presión de los defensores del medio ambiente, Amazon está sintiendo algo de presión por parte de una pequeña sublevación dentro de la empresa. El año pasado, un grupo llamado Amazon Employees for Climate Justice se unió al People's Collective for Environmental Justice para presentar una resolución ante los accionistas que le exigía a Amazon que elabore un plan para dejar de usar combustibles fósiles y reducir la contaminación que causan en las comunidades vulnerables.

Amazon alentó a los accionistas a votar en contra de la resolución y dijo en un comunicado: “Ya estamos gestionando responsablemente el impacto ambiental de nuestras actividades en las comunidades en donde operamos, incluidas las comunidades de color”.

La resolución no logró el apoyo de los accionistas en 2020 por un amplio margen, pero más de 600 trabajadores de tecnología de Amazon firmaron posteriormente una carta en apoyo de los objetivos del grupo. En mayo pasado, una resolución presentada por otra organización le solicitó a Amazon que analizara su impacto en la equidad racial; también resultó rechazada, pero por un margen mucho más estrecho.

El grupo de empleados de Amazon había analizado un pequeño subconjunto de los almacenes de Amazon y vio patrones similares a las conclusiones de CR. Luego le pidió a Amazon que creara planes para compensar el daño que sus almacenes ocasionan a las comunidades circundantes y que evaluara si construir en un emplazamiento propuesto dañaría de manera desproporcionada a las comunidades de color. Pero el grupo dice que la empresa no ha hecho nada para satisfacer los reclamos.

“Saber que mi trabajo cotidiano está siendo utilizado de alguna manera metodológica comunidades que no son adineradas ni de gente blanca, es perturbador, incluso aunque no sea intencional”, sostiene un miembro del grupo, un desarrollador de software que pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias. “Por la magnitud de la empresa, Amazon tiene la responsabilidad de no afectar la salud y el medio ambiente en las comunidades donde opera”.

Llegadas no anunciadas

Cuando Amazon se muda al otro lado de la calle, los vecinos suelen ser los últimos en enterarse.

Los legisladores locales suelen referirse a sus planes con nombres en clave, como “Project Granite” en DuPont, Washington y “Proyecto Bluejay” en Bondurant, Iowa, y los desarrolladores a menudo no revelan la identidad de sus clientes hasta que se mudan.

“Nadie sabe que será Amazon hasta que ya está abierto”, dice Ivette Torres, investigadora del People's Collective for Environmental Justice y coautora del informe de 2021 de la organización sobre los almacenes en Los Ángeles y en Inland Empire.

Boschetti, portavoz de Amazon, mencionó en el comunicado que envió por correo electrónico que la empresa se relaciona estrechamente con las comunidades en donde opera. “Amazon colabora con las partes interesadas locales para sopesar una variedad de factores antes de comprar, construir o arrendar una instalación de Amazon en una comunidad”.

Los residentes cerca del almacén de Amazon en el vecindario Gage Park en Chicago dicen que no sabían que la empresa iba llegar hasta que vieron el logotipo de la sonrisa azul, y empezaron a llegar camiones y camionetas. Foto: Zbigniew Bzdak/The Guardian and Consumer Reports

“Una vez que se toma la decisión de abrir una nueva instalación de Amazon, continuamos colaborando estrechamente con los legisladores locales, los funcionarios de la ciudad, los grupos comunitarios, los propietarios de pequeñas empresas y los miembros de la comunidad para ayudar a que las comunidades sean mejores de lo que las encontramos, mediante inversiones en aspectos que las ayudan prosperar: buenos trabajos con buenos salarios y beneficios, viviendas asequibles, protección, mejor flujo de tráfico, etc.”, explicó.

Pero en varios centros de Amazon en Chicago, los residentes le dijeron a CR que no sabían lo que se estaba construyendo al lado hasta que los trabajadores de la construcción colocaron el logotipo de la sonrisa azul de Amazon, poco antes de que comenzaran a llegar camiones y camionetas.

En Newark, New Jersey, una alianza de defensores se están organizando contra lo que describen como un “acuerdo secreto” con la Autoridad Portuaria que traerá una instalación de entrega de Amazon Air al Aeropuerto Internacional Newark Liberty. Y un concejal de la ciudad de New York dice que se enteró de un proyecto de Amazon en su distrito por Crain's, un periódico empresarial local.

“Están utilizando todo lo que pueden para eludir el análisis”, afirma Carlos Menchaca, concejal cuyo distrito incluye Red Hook, un barrio en proceso de gentrificación en Brooklyn donde recientemente se ha abierto un almacén de Amazon a una manzana de una gran urbanización de viviendas públicas, y se planean dos más en las cercanías.

Más trabajos – y contaminación

Es posible que los residentes locales no sepan que Amazon llegará a la ciudad, pero a menudo terminan ayudando a subsidiar la expansión de la empresa. El auge de los almacenes nacionales de Amazon se ha visto impulsado en parte por más de $3 mil millones en incentivos fiscales desde 2000, de acuerdo a una base de datos de Good Jobs First, organización de investigación sin fines de lucro.

“Esto no es buen uso del dinero de los contribuyentes”, dice la Dra. Christine Wen, investigadora de la organización. “Incluso si dejamos de lado el aspecto de la desigualdad, simplemente no hay necesidad de subsidiarlos. Pueden hacerlo solos”.

Para los funcionarios locales, las exenciones fiscales pueden parecer útiles si existe la posibilidad de que generen puestos de trabajo en zonas económicamente deprimidas, y una vez que los incentivos fiscales se agoten en una década aproximadamente, tal vez incluso traigan algunos ingresos muy necesarios.

Las ciudades que se abstienen de ofrecer exenciones fiscales pueden generar ingresos mucho antes. En un caso extremo, Eastvale, una pequeña ciudad en Inland Empire de California que no ofreció ningún incentivo a Amazon, estimó recientemente que Amazon paga entre $24 y $30 millones en ingresos anuales por impuestos a las ventas, que es más que suficiente para cubrir el presupuesto operativo anual de la ciudad.

“Eso nos ayudará a construir un ayuntamiento, una biblioteca, una estación de policía y una tercera estación de bomberos”, dice Bryan Jones, administrador de la ciudad de Eastvale, que se incorporó hace apenas 11 años. “Hay muchos camiones, por lo que estos ingresos también se destinarán al mantenimiento de las carreteras”.

Además, expresó Jones, Amazon ha traído valiosas oportunidades laborales a la ciudad. “Ofrecen muchos puestos de trabajo para la gente. Tal vez no sea el trabajo que todos en el estado de California quieren hacer, pero es trabajo para muchas personas”.

La cantidad de puestos de trabajo que genera Amazon depende del tamaño y el tipo de almacén que abra. Sus grandes centros logísticos pueden emplear a 1,000 o más trabajadores a tiempo completo, afirma Amazon; los centros de entrega más pequeños en áreas más densas podrían aportar 100 o 200 puestos de trabajo, según estimaciones de MWPVL.

Y durante la fiebre de las compras navideñas, Amazon contrata una gran plantilla temporal: este año, la empresa dice que contratará a 150,000 trabajadores temporales en todo el país, un aumento de aproximadamente 50,000 con respecto al de las festividades del año pasado.

Algunos residentes más antiguos que viven cerca de los almacenes de Amazon le dijeron a CR que están satisfechos con la expectativa de tener un trabajo cercano.

Una trabajadora en una bodega de Amazon que trabaja en Fontana expresó que los beneficios de la empresa superaron los de los competidores. La trabajadora, que pidió permanecer en el anonimato porque no tenía permiso para hablar con los periodistas, expuso que trabajar para Amazon significa tener aire acondicionado confiable en el trabajo, equipos médicos internos y un plan 401k, que otros trabajos de almacén no ofrecen. Además, afirmó que la empresa le permitió planificar un horario en torno a sus clases universitarias.

Pero a pesar de los beneficios, dice que todavía tiene sentimientos encontrados. En los ayuntamientos locales, ha escuchado el testimonio de personas cuyos hijos se ven afectados por la contaminación ambiental. “Veo cómo esto está afectando a la comunidad”.

En Cajon High School en San Bernardino, un “Programa de ruta de gestión empresarial y logística de Amazon” financiado en parte por la empresa ofrece cursos sobre gestión y logística de la cadena de suministro. En la cercana escuela Pacific High School, otro programa distinto que no está financiado por Amazon, se prepara a los estudiantes para trabajar en camiones diésel comerciales. Para Ángel Orozco, estudiante de San Gorgonio High School y organizador de la organización religiosa Inland Congregations United for Change, puede parecer que el Inland Empire fue "planificado quirúrgicamente para que beneficiara a los almacenes".

Torres, que creció y vive en Moreno Valley en Inland Empire, ve la historia reciente de la región como una advertencia. “No quisiera que otras comunidades que se están convirtiendo en centros logísticos o centros de entrega de última milla pasen por lo que ha pasado mi comunidad”, dice Torres. “Las personas que no viven en una comunidad con un gran volumen de comercio electrónico no comprenden que esto es lo único que hay. Si quieres trabajar en otra cosa, te sientes obligado a irte”.

Recientemente, varias comunidades de Inland Empire han tomado medidas para replantear su enfoque sobre el desarrollo de almacenes. En Riverside, Colton y Jurupa Valley, los ayuntamientos aprobaron moratorias para almacenes nuevos debido a las inquietudes sobre sus efectos. Una pausa similar no obtuvo los resultados esperados en San Bernardino. Y en julio, el fiscal general de California, Rob Bonta, presentó una demanda para impugnar la aprobación de un gran proyecto de almacenes que no es de Amazon en Fontana, haciendo hincapié en la carga desigual que supondría para las comunidades de color y los vecindarios de bajos ingresos a su alrededor.

Un almacén grande se cierne sobre un vecindario residencial en Fontana, una ciudad en el área de Inland Empire, cerca de Los Ángeles, California. Foto: Alex Welsh/The Guardian y Consumer Reportss

Quienes se oponen a los nuevos almacenes de Amazon dicen que muchos de los nuevos trabajos que crean terminan perjudicando a los trabajadores. Las investigaciones han descubierto que los trabajadores de los almacenes de Amazon están obligados a trabajar a una velocidad que puede provocar accidentes, lesiones por movimientos repetitivos y otros traumatismos corporales, con tasas de lesiones que son mucho más altas que el promedio en la industria del almacenamiento. Los conductores de camionetas de reparto también se ven presionados para realizar muchas entregas rápidamente, lo que a veces provoca accidentes de tráfico e incluso muertes, según informes de ProPublica y demás.

Estos problemas contribuyen a una rotación extremadamente alta de trabajadores en los almacenes de Amazon: una reciente investigación del New York Times estimó que alrededor del 3% de los trabajadores por hora de Amazon abandonan la compañía cada semana.

“Vienen con la excusa de crear puestos de trabajo, pero en realidad sabemos que estos trabajos explotan a nuestras comunidades”, afirma Alfredo Romo, director ejecutivo de Vecinos por la Justicia Ambiental, una organización de defensa con sede en el suroeste de Chicago. “Históricamente, a nuestras comunidades se nos ha pedido que sacrifiquemos nuestra salud en nombre de tener empleo”.

Para Romo, las instalaciones de Amazon que abrieron a pocas cuadras de su casa este año son la personificación de una oportunidad perdida. La bodega está en el vecindario de McKinley Park, a solo 3 millas del centro de entrega en Gage Park.

Él y otros activistas locales habían presionado para que el edificio abandonado que anteriormente se encontraba donde se construyó el almacén se convirtiera en un centro comunitario, con un gimnasio, una clínica de salud y tal vez incluso una incubadora de empresas emergentes. Esos tipos de servicios irán a una antigua zona industrial junto a Lincoln Park, un barrio próspero en el lado norte más adinerado y de gente blanca de la ciudad, que se está remodelando con viviendas, oficinas, tiendas frente al río y espacios verdes. Pero cuando la ciudad consideró el futuro de un área similar en el Southwest Side, aproximadamente a una milla del almacén de McKinley Park, se recomendó que siguiera siendo industrial.

Al contemplar el enorme almacén del otro lado de la calle este verano, Romo negó con la cabeza. “Todo eso está sucediendo en el lado norte, pero ¿por qué no sucede aquí abajo, donde viven los negros y morenos pobres? ¿Podemos conseguir ese tipo de cosas nosotros, también?”.

Trabajadores de la construcción vestidos de amarillo fluorescente estaban cavando en la esquina de la calle, donde pronto se colocaría un letrero para el nuevo edificio de Amazon. Romo los saludó en español al pasar.

“Podríamos haber hecho tantas cosas maravillosas aquí, cosas que podrían haber ayudado a la comunidad”, exclamó. “En cambio, recibimos este almacén que traerá contaminación, más tráfico, más daños a nuestras carreteras, a nuestras viviendas. No vale la pena. Podríamos hacerlo mejor”.

Nota del Editor: Parte del reportaje y fotografía en este artículo en California fue apoyado por Open Society Foundations como parte de la serie America's dirty divide de The Guardian.